e. gestiÓn del cambio
Una vez que se saben cuales son las características personales que resultan favorecedoras y las que no lo son, es necesario tomar una decisión acerca de si es necesario emprender un cambio y, qué se quiere conseguir con ello, en este caso: mejorar las competencias y actitudes ante la búsqueda de trabajo. Esta decisión conlleva el compromiso de seguir un proceso que ayude a afianzar este cambio.
Los cambios son situaciones objetivas que, en este proceso, pueden verse de distintas maneras en función de la persona y de cómo perciba ese cambio. Esta percepción puede ser vista como una situación de inseguridad (ante lo desconocido del cambio), o como una oportunidad de mejora, por lo que es necesario saber crear un clima y entorno propicios para que resulte el cambio beneficioso ya que la inestabilidad es peligrosa porque impide el acceso a nuevas soluciones.
El cambio puede realizarse a través de dos ámbitos de actuación:
- La decisión racional: sopesar las ventajas e inconvenientes según un razonamiento lógico.
- La decisión emocional: una vez elegida la mejor opción, es necesario iniciar el cambio hasta que se interiorice y realmente se produzca una diferencia.
Racionalmente, el proceso de cambio se realiza a través de distintas fases o etapas en las que se van superando las dificultades y resistencias al cambio:
FASE 1: Al principio, la receptividad al cambio es muy baja, se tiene una alta resistencia y una tendencia a pensar que todo permanece igual.
FASE 2: Comienzan a verse pequeños cambios y se tiene una actitud más activa, aunque todavía no positiva, en la que se intenta evadir o atrasar los cambios.
FASE 3: Se inicia una actitud más positiva hacia el cambio, se acepta y se hace necesario saber manejarlo.
FASE 4: Se cambia el ideal de estabilidad por el ideal de transformación.
FASE 5: Se produce la ruptura. Es necesario dejar de ser lo que se era y se asume la idea de uno/a mismo/a como entidad cambiante. Se reconoce el gran valor del tiempo como aliado esencial y la necesidad del cambio para la mejora personal.
Emocionalmente, la aceptación del cambio resulta más difícil según como se reaccione ante el cambio:
- Si la reacción es negativa, el cambio provoca sentimientos de inseguridad, las fases por las que se sucede hasta la asimilación son: inmovilidad, cólera, negociación, angustia, tristeza,
depresión y, finalmente, la asimilación. Cada una de estas fases tiene unos sentimientos predominantes que pueden alternarse con momentos de otras fases, ya sea de manera positiva o negativa.
A lo largo del proceso los sentimientos de identidad evolucionan pasando de una reafirmación o defensa de cómo se es (resistencia al cambio) a admitir que el cambio es irreversible y necesario, momento en el que se produce una crisis de identidad que finaliza al construir y afianzar una nueva identidad.
- Si los cambios se perciben de forma positiva, no se aprecian demasiadas dificultades, se produce un exceso de euforia y optimismo que puede resultar una trampa puesto que en este momento se pueden dar pasos en falso. Sin embargo, si se gestiona bien, se fortalece la confianza y se ve el cambio de manera más realista y, al ir consiguiendo éxitos, se incrementa la confianza.